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sábado, 7 de junio de 2008

DESDE EL CIEC INFLCION TAN TEMIDA

Edgardo D. Vaca desde el CIEC
La inflación tan temida
En la realidad económica de la Argentina actual se propone como uno de los temas de debate una eventual estampida de precios. Ello se aceleró en los últimos meses ante la mirada incrédula de la gente (que ya no llena carritos en los supermercados), y la inoperancia del gobierno (sólo atina al manoseo inescrupuloso del índice de precios al consumidor). Van estas consideraciones desde el CIEC, Centro de Investigaciones Económicas de Córdoba, y alguna valoración desde el Humanismo Económico.

Resulta difícil a esta altura saber, a ciencia cierta, cuáles sean los niveles que alcanza la inflación mes tras mes. Para el gobierno pareciera que “todo está como era entonces”, y la inflación permanece en los por demás discretos niveles de 2006/7, que rondaban el 10% anual. Para algunos, la inflación ya habría superado largamente el 20% para alcanzar no menos de un 25 a 30% anual, con serio riesgo de generar incertidumbre, tal vez una espiral inflacionaria de consecuencias impredecibles.
Para hablar de posibles soluciones a la suba de precios es necesario atender a la identificación de las causas de la inflación. A este respecto, el control de precios pergeñado por el gobierno (de la mano del secretario Moreno) dio sus mejores frutos en los primeros tiempos de su implementación. Hoy es más que evidente que esa alternativa se agotó, y no se encuentran vías alternativas para encauzar la situación. En la actual coyuntura en necesario identificar las causas reales de inflación y en la medida de lo posible actuar sobre ellas (cuando se trata de causas internas) o eligiendo las políticas que mejor acompañen el proceso (cuando de causas externas se trata).
Hoy por hoy no resulta razonable ni aconsejable plantearse metas inflacionarias (por otra parte no sería creíble para los agentes económicos) porque existe una concurrencia de factores internos y externos, con preeminencia de estos últimos, en la escalada de los precios. Por una parte, es cierto que el gobierno en su afán de mantener el valor de la divisa (un dólar que se deprecia a nivel mundial) ha elevado peligrosamente los niveles de liquidez de la economía. Se fomenta así un crecimiento de la demanda que el sistema productivo nacional no puede afrontar y, obviamente, la presión sobre los precios se propone como inevitable. Por otra parte, no es menos cierto que el aumento de los precios internacionales del petróleo y los alimentos ponen una presión insostenible sobre los precios internos de todas la economías del mundo, pero particularmente afectan con mayor fuerza a la de los países en desarrollo: no aciertan a encontrar mecanismos que aíslen la economía interna de la inflación internacional.
En consonancia con el planteo realizado, debemos remarcar que difícilmente los precios internos se puedan contener si el aumento de los precios internacionales de alimentos y petróleo se acentúa (y así parece que será); sólo queda actuar sobre el “componente nacional” de la inflación. Ello implicaría de alguna manera que el Banco Central debe esmerarse en no producir un crecimiento pronunciado de la liquidez, hecho por demás difícil si se tiene presente que prontamente (no bien se resuelva el conflicto con el campo) tendrán lugar la liquidación de divisas por parte de los exportadores.
Se nos ocurre—desde las enseñanzas del Humanismo Económico—una medida en consonancia con el control posible de la inflación podría ser la reorientación del crédito desde los sectores de consumo hacia los sectores productivos. Esta medida no provocará resultados estruendosos en el corto plazo pero indudablemente va más allá de la mera propuesta coyuntural, que puede lograr metas de corto plazo (inflación baja), pero con el agravante de introducir cada vez más factores de desestabilización en la economía futura, con una dura incidencia sobre el segmento de los perceptores de bajos ingresos. Una política crediticia como la señalada se adecua a una economía al servicio del hombre.
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N de la R. Edgardo Daniel Vaca, licenciado en Economía por la Universidad de Córdoba, es docente-investigador, y asesora académicamente al CIEC (Centro de Investigaciones Económicas de Córdoba). E mail, edgardo_vaca@hotmail.com. Tel. 0351 156 22 82 52. Otros aspectos sobre la realidad argentina, pueden consultarse en Informe Económico CIEC, Año XXVIII, N* 112, I Trimestre 2008, donde, en particular, en su nota editorial, “La calidad institucional de la Argentina” se indica la urgencia de elaborar un proyecto de Nación, al que le siguen las estrategias económicas que para el CIEC se hacen desde el PLAN ESPERANZA, la estrategia del Humanismo Económico para la Argentina.

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